Abuela, yo estuve en tu útero

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Al principio de mi historia, yo estuve en tu útero, abuela. Mi madre ya te había elegido a ti y yo ya había elegido a mi madre. Tú estuviste a punto de no nacer, cuando a mi bisabuela, ya al final del embarazo, la empujó un chaval que huía de una vaquilla en las fiestas del pueblo y se golpeó en el vientre con una de las mesas de piedra de la venta en Barbate que tenía mi tatarabuelo. Naciste con fractura de cráneo, allá en el 1924. Te llevaron corriendo en carruaje a Cádiz; que escaparas de esa fue la primera prueba de tu fortaleza. Te pusieron bien el nombre: Petra, dura como la piedra. Tuviste 7 hijxs, 21 nietxs y 21 bisnietxs. Trabajaste mucho, muchísimo. Por la mañana te levantabas e ibas a lavar la ropa al río con un barreño en el cuadril, otro en la cabeza, un niño de la mano y otro en la barriga. Volvías con doble peso por la ropa mojada. Ponías la comida, por la tarde dabas a luz y por la noche ya estabas levantada haciendo la cena. Amamantaste a todxs tus hijxs más allá del año, a alguno dos, el médico del pueblo decía que tu leche era muy buena, yo creo que es que era sobre todo porque la buena eras tú. Mis tíos tienen 2 hermanos de leche que también amamantaste, aparte de muchísimxs bebés cuyas madres traían en brazos porque estaban enfermxs o con poco peso para que les dieras «un chupito», bien por iniciativa propia, bien enviadas por el médico. Cuando tus hijxs traían algún amigo del colegio y sabías que en su casa se pasaba hambre, le cedías tu plato y tú comías pan duro migado en café negro, y eso pasaba bastantes días. Estuviste a punto de morir por pancreatitis y te escapaste, tuviste un ictus y te escapaste, tuviste una isquemia intestinal y te volviste a escapar, como te escapaste de aquella fractura de cráneo en tu nacimiento. La hospitalidad de tu regazo no tiene fin, te encantan lxs niñxs y nunca te cansas de jugar con ellxs. Siempre tienes tiempo para dedicarles y una sonrisa que regalarles, da igual cuántxs sean o lo cansada que estés. No sabes leer ni escribir, fuiste al colegio 3 días en los que te enseñaron a firmar. Pero fuiste mi maestra en muchas cosas, como en quitarle hierro a mis desengaños amorosos «la mancha de mora, con otra verde se quita», «a rey muerto, rey puesto», «un clavo saca a otro clavo» o tu famoso «pá chancas, descalza». Te encanta que tus nietxs y bisnietxs te lean, y tú y yo nos comunicamos mucho tiempo con notas jeroglíficas muy graciosas que pasarán a la historia por lo ocurrente que eras para hacerte entender. Nunca te he visto quejarte. Nunca te he escuchado decir qué asco de vida, ni quedarte en la cama por no tener motivación para levantarte. Tu fuerza de voluntad, tu sentido del humor y tu capacidad de quitarle importancia a las cosas son tu seña de identidad. Torbellino, trabajadora sin fin, dicharachera, vitalista, haciendo «tu gimnasia» particular a diario, peleándote con tu rodilla cuando no te dejaba caminar «¡Tú no vas a poder conmigo, eh!, ¿Qué te crees?», compasiva con quien te trató mal «Son cabezas locas, Dios los tenga en su gloria», esa eres tú, esa es mi abuela, y contigo se marcha un buen cacho de mi infancia. Esta es Petra Pérez González, la fortaleza en persona, el linaje del que vengo, la que burló a la muerte tantas veces. Dijiste que vivirías hasta los noventa y cinco años y hasta los noventa y cinco viviste. Grande hasta el final, abuela. Orgullosa y honrada de que seas parte de mí.

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La importancia de sanar los propios procesos antes de ocuparse de los ajenos

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Hace algunos años, cuando trabajaba en otro hospital, se empezó una campaña para intentar acreditarlo como IHAN.

Una de las acciones que se llevó a cabo previamente fue realizar una entrevista a todos los profesionales que trabajaban en el área de obstetricia en la cual se les preguntaba por su propia lactancia. Entre las preguntas, se hallaba esta «¿Cúantos meses tomaron pecho sus hij@s?». Yo respondí la verdad: «Sesenta». Al día siguiente la supervisora me llamó y me dijo que me había equivocado en la encuesta. Que me preguntaban por el número de meses, no de días. Y le dije: «No, no me equivoqué, lacté sesenta meses, 5 años en total». Os podéis imaginar la cara que puso.

Esto os lo cuento no para deciros que yo sea mejor que nadie, sino para contaros que he tenido, digamos la lucidez, para ver que cada persona tiene que hacer un arduo trabajo personal en la vida. Yo lo he hecho gracias al teatro, trabajarme a mí misma como instrumento de trabajo me ha hecho descubrir, y por ende, sanar, muchos de mis procesos.

Creo que es necesario que los profesionales que se dedican a trabajar en el proceso de embarazo, parto y puerperio sanen sus propios nacimientos como hij@s, sus propios partos como madres, sus propias paternidades como padres, sus propias lactancias como hij@s y también como madres, sus propios puerperios…

Porque no somos asépticos, no. Nos creemos muy científicos, que podemos tratar a las mujeres con total esterilidad, pero esto es muy difícil por no decir imposible… y más aún cuando no nos hemos autotrabajado para sanar estos procesos vitales tan importantes.

Yo soy matrona, comadrona, partera… Gracias al universo llegué a este camino a través de una experiencia gozosa y placentera y no traumática, eso me ha ahorrado camino de esa sanacióon de la que hablo.

Pero trabajo en un hospital, siempre he tenido especial fobia a los hospitales y he de decir que habitualmente cuando tengo algún desequilibrio en la salud me trato y trato a mi familia con otros remedios que no son la medicina alopática… yo  misma parí en casa, no en un hospital… por eso trabajar en un hospital me causa muchas, muchas contradicciones, he tenido que sanarme eso. Aún estoy en ello.

Trabajar en un hospital español encima es especialmente duro. Estamos en un país que en cuanto a atención al parto está en un punto medio entre el intervencionismo y lo fisiológico, y va dando bandazos de un lado a otro. Es fácil criticar al medio hospitalario o a la atención obstétrica en este país cuando lo ves desde fuera. Lo sé porque yo he estado allí. Yo lo he hecho. Y es necesario que se presione desde fuera, los cambios vienen a veces desde fuera… pero también desde dentro.

Pero, ¿sabéis qué siento? Que la mayor parte de las veces que hablo con mis compañer@s ginecólog@s, pediatras… (y también con algunas matronas más «intervencionistas») si les miro a los ojos normalmente solo veo ganas de hacer el bien, solo veo amor. Y por supuesto hay miedo, claro, yo también lo tengo.

Aunque sabemos que ni la actitud más intervencionista ni la más fisiológica nos van a salvar de la estadística, no podemos controlarlo todo.

Tenemos que aceptar esto y estar en paz con ello. Y sobre todo, volviendo al principio, estar en paz con nosotro@s mim@s y nuestros procesos vitales.

Tengo la convicción que los cambios se logran más fácilmente por el camino del corazón que por el camino de la mente, por el camino del amor que por el camino de la violencia.

Tengo la estrategia del agua, en vez de la del martillo. En vez de romper la piedra, destruir, hacer añicos, me voy abriendo paso suavemente, con el camino del corazón.

El agua a veces hace meandros, duda en su paso, da rodeos… pero sigue caminando…

Sigo caminando aquí, como matrona, como persona, como madre, en casa, en el hospital, siempre al lado de las mujeres, siempre desde el corazón… siempre como el agua…

 

Foto: birth photography

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Magic Happens

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Hace ya algunos años, cuando me leí por primera vez «Spiritual Midwifery» de Ina May Gaskin, lo hice desde la perspectiva de una madre primeriza a punto de dar a luz, de hecho fue uno de los últimos libros que me leí en ese tan informado y consciente embarazo. Sentí la magia en esas páginas, pero la sentí como mujer, no alcancé a vislumbrar del todo lo que podía significar la espiritualidad de la que se habla en ese libro para una mujer que además es matrona.

Qué pensarías si te dijera que eres extranjera en un país y buscas a alguien que te atienda tu parto en casa en tu idioma.

Qué pensarías si contactaras con una matrona que no tiene equipo pero que está buscando uno. Qué pensarías si te dijera que nace un equipo por arte de magia para atenderte. Un equipo complementario, respetuoso, a la escucha, a tu servicio… Qué pensarías si te dijera que ese equipo apenas llega a tiempo para atender tu parto tranquilo, gozoso, controlado por ti, empoderante, sanador…

Las mujeres tienen tanto que enseñarnos… los bebés también…

Ahora, precisamente en que me dirijo en este instante a unas jornadas llamadas «Matronas, de la ciencia a la conciencia», esta espiritualidad de la que habla Ina May Gaskin cobra especial sentido para mí. Más allá de monitorizar unos latidos, unas constantes… sentir de manera inherente la conexión con ese momento que hace que una voz te diga dentro de ti «todo va bien»…

Ser matrona es un oficio, una vocación, una profesión, pero es más que eso, ser matrona es un arte, es una experiencia espiritual, mística… y sólo si una interioriza sus sentidos sentirá esa conexión y esa espiritualidad…IMG_20190925_213521

La magnitud del milagro

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Estoy sentada a ras del suelo. Por encima del borde de la bañera de partos veo la imagen de esa mujer, que bien podría haber sido una preciosa foto, pero que sólo se queda grabada en mi retina. La línea de su mandíbula perfilada contra la oscuridad, ojos cerrados, boca abierta.

Ella es guapa, muy muy guapa. Pero se ve más guapa aún. En la penumbra de la habitación, su silueta se percibe iluminada por esa luz de las parturientas, la que describió Federico García Lorca.

Hoy todo funciona mágicamente: el equipo de música, el difusor, el hallazgo de mis esencias extraviadas, el cierre de la bañera… («cuando las cosas quieren funcionar, funcionan», me dice uno de los acompañantes al parto)

Tanto él, el auxiliar, como la residente de ojos brillantes que asiste su primer parto en el agua nos movemos con el sigilo que requiere el momento. Nos comunicamos con susurros y miradas, conscientes del respeto que merece el milagro que estamos a punto de presenciar.

Pasado un tiempo, los movimientos se tornan más intensos, las ráfagas uterinas se acentúan, los sonidos que emite la mujer se tornan más guturales, más profundos, más acompasados con el movimiento de la vasija sagrada que todas llevamos dentro.

No hace falta tactar para saber qué está pasando, ni siquiera haría falta auscultar al bebé si estuviéramos más conectadas con ese algo que nos une a todas, pero lo hacemos, sabiendo de antemano que su latido va a estar acorde con el escenario: perfecto.

La mujer se agita, tiene calor, pide que la abaniquemos, quiere salir de la piscina. Nosotras atendemos sus peticiones como la diosa que es.

Se tumba de lado, esconde su rostro en el brazo de su pareja, junta las rodillas, abre los talones y poco a poco, con un control maravilloso de su respiración y su pujo, abre paso entre sus piernas a la vida que la inunda. No hace falta tocar nada, no hace falta hacer nada.

Una naricita asoma, rompiendo la bolsa, hasta entonces íntegra, dejando paso a una boca que emite el grito de la vida, el mismo grito que su madre invoca.

El bebé yace en brazos de su madre con la alerta tranquila de este tipo de partos. Revisamos todo y no nos sorprende encontrar que no tenemos que suturar nada.

Tras unos momentos, damos la bienvenida a la placenta en un alumbramiento tan tranquilo y suave como lo ha sido el nacimiento.

La residente y yo nos abrazamos…

Residente, sé que sigues mi blog porque me lo has dicho, te voy a pedir un gran favor, es muy muy importante. No todos los partos serán como el que hemos asistido hoy. Pero no importa cuántos años de profesión pasen: nunca olvides que la mujer merece ser tratada como la diosa que es, da igual el tipo de parto que tenga.

Porque muchas veces olvidamos la magnitud del milagro que tenemos entre manos y del precioso obsequio que se nos ofrece cada día.

Gracias por leer a esta humilde matrona consciente de que siempre tiene mucho que aprender. Gracias por ser tú hoy quien me enseñe. Y sobretodo, gracias a esa mujer por su gran regalo.

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Se busca…

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Se busca matrona

Para trabajar en un sitio maravilloso

Que tenga pasión por su trabajo

Que crea en el poder de las mujeres para dar a luz

Que sea experta en fisiología

Que sepa no hacer

Que mire y admire, que escuche, que entienda y atienda

Que desde la sombra actúe cuando tenga que actuar

Y el resto de las mayoría de otras veces no haga nada, para no entorpecer el maravilloso milagro que está sucediendo.

Se busca compañera

Que no tenga miedo de no tener un sueldo fijo o vacaciones pagadas,

Se busca una partoactivista, una militante, una luchadora, una guerrera del arcoiris, una soñadora, una utópica, una trabajadora, una constructora de nuevas realidades.

Se busca alguien con fe, con pasión, con amor, con ternura, con fuerza, con convicción, con empuje, con decisión…

Se ofrece…

Se ofrece la compañía y amistad de mi persona, tanto a nivel personal como profesional. Me ofrezco como compañera tuya en un trabajo apasionante, como cuidadora del equipo que formemos, como tejedora de redes que nos ayuden a difundir y seguir manteniendo vivo el verdadero sentido y ubicación de la fisiología del parto, su lecho original.

Se ofrece acompañar a mujeres que desean dar una bienvenida consciente y responsable a sus bebés, se ofrece la amistad y gratitud eterna de mujeres, de familias enteras, el privilegio de ver cómo una puerta de percepción se abre…

Se ofrece esa inmensa fortuna…

Quiero ser sincera contigo, cuidarte desde el principio como te he dicho anteriormente que lo haría, que lo haríamos…

No puedo ofrecer un sueldo fijo, un contrato, tendrás que hacerte autónoma o averiguar cómo facturas lo ganado… que materialmente es poco, si restas el alta, los impuestos, los gastos y si te pones a dividir entre tus horas de guardia y piensas en la enorme responsabilidad realmente es muy poco dinero…

Pero… te aseguro que tu corazón y tu espíritu serán los más ricos del mundo y cuando salgas por las puertas de una casa, sabiendo lo que ha pasado ahí dentro, y que tú has tenido el honor de ser testigo de ese inmenso milagro, entonces… entonces tomarás esa bocanada de aire que sólo se toma en esos momentos y te sentirás VIVA, cómplice de la VIDA.

Se busca compañera de equipo de parto en casa para una matrona con mensajes de mujeres pidiéndole que las atiendan en casa y sin equipo que ofrecerles.

Te ofrezco y te ofreceré siempre mi alma transparente y la sinceridad desnuda que ves en estas palabras.

Razón: aquí, Gran Canaria, Mely, 637 816 474.

 

Oda al presente

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Mis piernas. Cuánto tiempo he pasado reconciliándome con ellas. Cuánto las he odiado. Por ser cortas, por ser gordas, por estar torcidas, por parecer de futbolista, por tener celulitis, por tener varices (a pesar de mi machaque deportivo, la genética es la genética).

Todas esas cosas tan feas le decía yo a mis piernas, y por extensión a mí.

Hubo un tiempo en que pensé en taparlas. No llevar minifalda ni shorts. Al igual que pensé que el día que se me cayeran las tetas, dejaría de hacer topless. Ojos que no ven… ya se sabe…

Estamos acostumbradas a que el ojo propio y el ajeno sólo vea lo terso, lo joven, lo firme, lo inmaculado.

Por eso escribo esta oda al presente, para mí y para mis hijas, para las mujeres, para el mundo, para el amor de lo que se es y de lo que se tiene ahora, honrando lo pasado.

Agradezco a mis piernas su existencia, su fortaleza, su decisión, su capacidad de huida si hace falta (piernas para qué os quiero).

Y quien dice piernas, dice canas, arrugas, ojeras, cicatrices, dice muestras de haber vivido y de estar viva ahora.

Seguiré haciendo topless y llevando minifalda y shorts hasta que me apetezca. Luciendo varices como quien luce tatuajes policromados. Como una muestra de amor a mí misma. Como mi particular oda al presente.

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Jornada Nacer en Casa

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Recientemente tuve la ocasión de asistir a la Jornada Microbioma y Nacimiento de la Asociación Nacer en Casa, asociación a la que pertenezco y con la que he realizado otras actividades formativas. El subtítulo de esta jornada era «Protegiendo la gestación, el parto y la crianza».

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Y es que nuestro entorno microbiótico juega un papel crucial en nuestra vida, especialmente cuando ésta se está creando. En ese sentido, el parto en casa continúa perfilándose como el entorno más adecuado desde el aspecto del microbioma (además de desde otros aspectos).

En la Jornada, que tuvo lugar en Jarandilla de la Vera, en Cáceres, en un fin de semana en el que much@s de l@s asistentes compartimos la Residencia V Centenario con los ponentes, se habló de lo importante que era favorecer un entorno rico en estímulos microbióticamente deseables durante el embarazo y el parto.

La jornada comenzó con Roser Gallardo, presidenta de la asociación, que nos realizó una breve introducción sobre la jornada. Pero da igual lo breves que sean las intervenciones de esta matrona, el espíritu de lucha y cambio junto con la vitalidad de su discurso, son más que suficientes para enganchar a cualquier público, aunque sean las 9 de la mañana y haga un frío que pela en el auditorio de la residencia.

Seguidamente, Máximo Sandin, Doctor en Ciencias Biológicas y Bioantropología, nos invitó a reevaluar nuestra «Teoría de la Evolución», así como a tener una nueva mirada sobre los microorganismos «malos» y «buenos».

«Los virus no son patógenos por definición. Existen virus que eliminan bacterias presentes en nuestras mucosas y que no deberían estar ahí. Los virus modifican a las bacterias y las bacterias modifican a los genes» (Esto tiene todo el sentido, teniendo en cuenta que en el cuerpo humano  hay 10 veces más bacterias que células).

Como colofón, Toni Brito, ginecólogo del hospital de Fuerteventura, desmonta la idea del cuerpo humano como «Fortaleza sitiada», como algo estéril, aséptico, que hay que proteger de «malvados» virus y bacterias, cuestionando no solo la necesidad, sino la inocuidad de antibióticos y suplementos en el embarazo y parto.

Nota: por motivos de vital importancia no pudimos disfrutar de la ponencia de Belén Igual.

Pero… sin duda, el programa de la Jornada en sí no fue todo lo que me llevé a casa…

Esta asociación de matronas fuertes (matronas amazonas, diría yo, y lo digo así en genérico femenino por ser la mayoría mujeres y porque estoy segura que los hombres asociados se sentirán incluidos), tiene alma, tiene CORAZÓN, porque la calidez y calidad humana no está reñida con la calidad profesional y científica, al contrario, y ellas son una muestra viva de ello, celebrando este año su 30º aniversario.

Así que aparte de las interesantísimas ponencias me llevo: la generosidad sin límites de Anabel Carabantes, la energía positiva desbordante de Cristina Triviño, la dulzura infinita de Pepi Domínguez Cano, la escucha paciente y sabia de Montse Catalán

En fin, todos los regalos en forma de asesoramiento, cariño, confianza y ánimos que me ha dado (y está dando) la Asociación Nacer en Casa…

Te invito a visitar su página web, a asociarte, a informarte, a formarte con ellas, a asistir a sus próximas Jornadas, a darle me gusta en su página de Facebook, a seguirlas en Instagram o Twitter… porque definitivamente esta asociación es un regalo en forma de legado: el de Consuelo Ruiz

Tecnomatrona

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Resulta horrible descubrir que una es capaz de hacer cosas horribles al amparo de evitar algo más horrible aún.

¿Cómo aspirar a ser comadroula en un hospital de tercer nivel, que practica medicina defensiva donde pasas más tiempo en contacto con las teclas del ordenador que con la propia mujer?

Es duro y arduo trabajo conciliar esto, apaciguar las propias contradicciones, aferrarte al clavo ardiendo del «tengo que estar aquí y ahora», recordar tu kilómetro cero, tu punto de partida como madre que quería parir en casa.

Pero ahora no eres madre, y aunque seas madre siempre aquí ejerces de matrona, y tienes que ponerte la piel de tecnomatrona y mantener tu corazón de comadroula.

A veces se te oprime el diafragma, se te constriñe la respiración, y necesitas invocar al universo, revesirte de un manto luminoso para seguir iluminando la oscuridad, priorizar hacer algo menos malo o menos invasivo, aunque no te parezca bien, tomar aire, volver a resurgir… Vomitar flores, recordar quien eres, recordar una y otra vez que tú quieres estar aquí, aunque sea duro… la recompensa siempre siempre es más grande que el dolor… Y seguir aprendiendo siempre… Y decir siempre gracias a las verdaderas Maestras de la Vida, mientras sigues vomitando flores, a pesar de todo…

Fecundidad

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Fecundidad

Del lat. fecundĭtas, -ātis.

1. f. Virtud y facultad de producir.

2. f. Cualidad de fecundo.

3. f. Abundancia, fertilidad.

4. f. Reproducción numerosa y dilatada.

 

Esta entrada es para ti, hombre o mujer, madre o no. Seas quien seas y la opción que elijas, eres fuente de vida, vida en el sentido de creación, en el sentido prolífico, da igual en lo que lo materialices.

La fecundidad reside en algún lugar en tu pelvis, enraizada ahí, entrañas abajo. Allí, junto a los pilares de tus caderas, la Madre Nutricia plantó una semilla con la capacidad de proliferar, semilla de la que eres dueñ@ solo tú mism@, en ti está darle la forma elegida. Pues si bien no todas las personas son madres, sí que todas tenemos una madre y de ese poder creativo venimos, de ahí nacimos.

Ese poder se materializa en ti cuando moldeas una escultura, cuando sacas una fotografía, cuando coses una puntada, cuando remueves un cazo, cuando mojas un pincel, cuando escribes un verso, cuando realizas una asana, cuando creas un personaje, cuando interpretas una canción, cuando haces un doble o triple mortal, cuando atiendes un parto y hasta en las cosas cotidianas, cuando acaricias a alguien, cuando haces el amor o cuando preparas un bocadillo.

Es como recibir y dar el testigo, es la llama que debemos mantener vida, el relevo de cientos de años. Lo otro sería la oscuridad, la desidia, la pereza, la desgana, el odio, el morir.

Poniendo amor en todo lo que haces estás contribuyendo a perpetuar la fecundidad que hay en ti, una fecundidad de la cual están impregnada tus genes y que reconoces inmediata e instintivamente en cuanto la sientes.

Luego ya, si quieres, eliges ser madre o padre.

Pero no te olvides de tu poder de fecundidad. Esa es la energía incombustible del amor, la llama que mantendrá al mundo vivo y luminoso.

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Dedicado a mis compañer@s de Arte Dramático y de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos.

Carta de presentación

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Me llamo Mely y me gusta presentarme como madre informada porque así es como me siento, como una mujer como cualquier otra que cuando llegó a la aventura de ser madre quiso saber más, cada vez más, hasta que decidió hacerse matrona. Acabo de empezar mi carrera profesional como matrona (o comadrona) en mayo de 2017.
Antes de ser madre yo era actriz de teatro. Estudié arte dramático y me dediqué a ello durante 13 años de mi vida. El trabajo con el cuerpo (con mi cuerpo) era mi pasión, y es que yo cuando me meto en algo no me conformo con quedarme en la superficie, me zambullo hasta las trancas, dándome hasta el final.
Y así fue con la maternidad. Siempre quise ser madre pero cuando quise materializar mis deseos genésicos empecé a hablar con mujeres de mi generación que ya habían sido madres. Las amigas de «toda la vida» habían dado a luz en el hospital, las vi ojerosas y lo que contaban se asemejaba más a una historia de terror que de júbilo. Pero algunas de las amigas «faranduleras», las del teatro, me contaron sus historias de parto en casa y vi que no tenían NADA QUE VER con las historias de terror de mis otras amigas. Su aspecto también distaba mucho de las caras ojerosas: estaban pletóricas, dueñas de su momento, conscientes, despiertas. Al igual que yo, eran mujeres muy conectadas con su cuerpo y en continua comunicación y revisión de sí mismas.
Al mismo tiempo llegó a mí el libro de Casilda Rodrigáñez «La represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión inconsciente». Toma ya el título del libro. Y toma ya aún más la revolución que supuso en mi vida. Andaba yo ya por los veintimuchos, cerca de los 30, tenía una pareja que NO quería ser padre, aunque YO SÍ quería ser madre, de hecho ejercía de SU madre. Ni que decir tiene que llegó la ruptura, la caída de venda de los ojos, el despertar a la mujer que soy ahora.
Así que cuando conocí a mi pareja actual con 32 años le dije (la primera noche) que ante todo quería ser madre (para que le diera tiempo a huir). Pero allí se quedó, y eso que encima le dije que quería tener a mis hij@s en casa.
Ahí me adentré aún más en la espiral de esta odisea, con un embarazo fantástico y un primer parto en casa empoderante. Y empecé a leer, y a leer y a leer, nunca tenía suficiente, cambié paulatinamente mis páginas de favoritos de internet de compañías de teatro, cursos de expresion corporal y castings por páginas hechas por madres empoderadas, blogs de matronas innovadoras y congresos de salud perinatal. Fue un cambio suave y lógico, una evolución natural en la que me dejé llevar por mi pasión… Dejé de ir a castings y empecé a formarme, primero como asesora de lactancia, luego como doula, pero todo se me quedaba corto… Siempre digo que sentí algo parecido a una llamada religiosa… Yo quería estar ahí, al lado de las mujeres, poder atenderlas como mis matronas me habían atendido a mí, desde la humildad, la oscuridad, desde la no-presencia y la esencia de la sabiduría ancestral femenina dentro de cada una de nosotras…
Y así fue como una mujer de 34 años que había estudiado letras, que no había dado química ni biología desde 2º de BUP, con una niña de 1 año y poco y embarazada de otra, se lió la manta a la cabeza y empezó a estudiar enfermería… Todo ello gracias a la infinita e incondicional ayuda de mi familia, pero especialmente de mi madre, que no me dejaba ni quitar el plato de la mesa para que pudiera aprovechar más rato estudiando, mientras ella se quedaba jugando con mi hija «mayor» y mi hija recién nacida (que a todo esto, acababa de nacer en un segundo parto en casa exprés de poco más de una hora). Solo me la llevaba para darle teta y si no podía dormirla, así que ella creció escuchándome decir en voz alta lecciones de fisiopatología, mientras le daba el pecho o la columpiaba en el fular.
Cuando empecé la carrera vi una montaña gigantesca ante mí, a ratos me faltaba el aire, pero como me dijo una de mis matronas de parto en casa: «Cuando amas lo que haces, los años se te hacen cortos, y en menos de lo que piensas, ya has alcanzado tu propósito». Aprobé cada curso completo de enfermería, año por año, sin dejar ninguna para septiembre y currándome las matrículas de honor que podía para tener gratis esos créditos al año siguiente, la economía familiar no daba para mucho… Después me planteé darle una intentona al EIR sin agobiarme porque tenía claro que si no aprobaba a la primera, nos íbamos toda la familia a Inglaterra. Estudié  durante 4 meses mientras daba clases de pilates a tiempo parcial para contribuir algo a mantener a mi familia. Recuerdo llevar a las niñas al cole y meterme en la biblioteca, estudiando 8 horas los 2 primeros meses, 10 el tercero y 12 el cuarto. Y aprobé a la primera.
Tras una residencia tortuosa y muy difícil de resistir, respiré hondo, miré hacia atrás y vi esa montaña ya a mis espaldas, la montaña que YO había escalado y pensé : «Lo conseguí, conseguí mi sueño».
Me hice matrona para atender partos en casa, es mi vocación, siempre digo que para mí atender partos en casa es una CAUSA. Actualmente estoy comenzando mi andadura como comadrona independiente acompañando en casa, combinándolo con la sanidad pública para luchar por el cambio desde dentro y la individualización de los cuidados de las mujeres. Aún estoy en proceso de des-aprendizaje de la residencia y de-construyendo la comadrona que quiero ser. Como siempre sigo actualizándome y formándome lo máximo posible, pero sin duda de quien más aprendo es de las mujeres; ellas son la mayor fuente de sabiduría de esta profesión que ha sido una vocación inesperada en mi vida, pero que siento como el más bello trabajo que hubiera podido imaginar.

carta presentación