Carta de presentación

Estándar

Me llamo Mely y me gusta presentarme como madre informada porque así es como me siento, como una mujer como cualquier otra que cuando llegó a la aventura de ser madre quiso saber más, cada vez más, hasta que decidió hacerse matrona. Acabo de empezar mi carrera profesional como matrona (o comadrona) en mayo de 2017.
Antes de ser madre yo era actriz de teatro. Estudié arte dramático y me dediqué a ello durante 13 años de mi vida. El trabajo con el cuerpo (con mi cuerpo) era mi pasión, y es que yo cuando me meto en algo no me conformo con quedarme en la superficie, me zambullo hasta las trancas, dándome hasta el final.
Y así fue con la maternidad. Siempre quise ser madre pero cuando quise materializar mis deseos genésicos empecé a hablar con mujeres de mi generación que ya habían sido madres. Las amigas de «toda la vida» habían dado a luz en el hospital, las vi ojerosas y lo que contaban se asemejaba más a una historia de terror que de júbilo. Pero algunas de las amigas «faranduleras», las del teatro, me contaron sus historias de parto en casa y vi que no tenían NADA QUE VER con las historias de terror de mis otras amigas. Su aspecto también distaba mucho de las caras ojerosas: estaban pletóricas, dueñas de su momento, conscientes, despiertas. Al igual que yo, eran mujeres muy conectadas con su cuerpo y en continua comunicación y revisión de sí mismas.
Al mismo tiempo llegó a mí el libro de Casilda Rodrigáñez «La represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión inconsciente». Toma ya el título del libro. Y toma ya aún más la revolución que supuso en mi vida. Andaba yo ya por los veintimuchos, cerca de los 30, tenía una pareja que NO quería ser padre, aunque YO SÍ quería ser madre, de hecho ejercía de SU madre. Ni que decir tiene que llegó la ruptura, la caída de venda de los ojos, el despertar a la mujer que soy ahora.
Así que cuando conocí a mi pareja actual con 32 años le dije (la primera noche) que ante todo quería ser madre (para que le diera tiempo a huir). Pero allí se quedó, y eso que encima le dije que quería tener a mis hij@s en casa.
Ahí me adentré aún más en la espiral de esta odisea, con un embarazo fantástico y un primer parto en casa empoderante. Y empecé a leer, y a leer y a leer, nunca tenía suficiente, cambié paulatinamente mis páginas de favoritos de internet de compañías de teatro, cursos de expresion corporal y castings por páginas hechas por madres empoderadas, blogs de matronas innovadoras y congresos de salud perinatal. Fue un cambio suave y lógico, una evolución natural en la que me dejé llevar por mi pasión… Dejé de ir a castings y empecé a formarme, primero como asesora de lactancia, luego como doula, pero todo se me quedaba corto… Siempre digo que sentí algo parecido a una llamada religiosa… Yo quería estar ahí, al lado de las mujeres, poder atenderlas como mis matronas me habían atendido a mí, desde la humildad, la oscuridad, desde la no-presencia y la esencia de la sabiduría ancestral femenina dentro de cada una de nosotras…
Y así fue como una mujer de 34 años que había estudiado letras, que no había dado química ni biología desde 2º de BUP, con una niña de 1 año y poco y embarazada de otra, se lió la manta a la cabeza y empezó a estudiar enfermería… Todo ello gracias a la infinita e incondicional ayuda de mi familia, pero especialmente de mi madre, que no me dejaba ni quitar el plato de la mesa para que pudiera aprovechar más rato estudiando, mientras ella se quedaba jugando con mi hija «mayor» y mi hija recién nacida (que a todo esto, acababa de nacer en un segundo parto en casa exprés de poco más de una hora). Solo me la llevaba para darle teta y si no podía dormirla, así que ella creció escuchándome decir en voz alta lecciones de fisiopatología, mientras le daba el pecho o la columpiaba en el fular.
Cuando empecé la carrera vi una montaña gigantesca ante mí, a ratos me faltaba el aire, pero como me dijo una de mis matronas de parto en casa: «Cuando amas lo que haces, los años se te hacen cortos, y en menos de lo que piensas, ya has alcanzado tu propósito». Aprobé cada curso completo de enfermería, año por año, sin dejar ninguna para septiembre y currándome las matrículas de honor que podía para tener gratis esos créditos al año siguiente, la economía familiar no daba para mucho… Después me planteé darle una intentona al EIR sin agobiarme porque tenía claro que si no aprobaba a la primera, nos íbamos toda la familia a Inglaterra. Estudié  durante 4 meses mientras daba clases de pilates a tiempo parcial para contribuir algo a mantener a mi familia. Recuerdo llevar a las niñas al cole y meterme en la biblioteca, estudiando 8 horas los 2 primeros meses, 10 el tercero y 12 el cuarto. Y aprobé a la primera.
Tras una residencia tortuosa y muy difícil de resistir, respiré hondo, miré hacia atrás y vi esa montaña ya a mis espaldas, la montaña que YO había escalado y pensé : «Lo conseguí, conseguí mi sueño».
Me hice matrona para atender partos en casa, es mi vocación, siempre digo que para mí atender partos en casa es una CAUSA. Actualmente estoy comenzando mi andadura como comadrona independiente acompañando en casa, combinándolo con la sanidad pública para luchar por el cambio desde dentro y la individualización de los cuidados de las mujeres. Aún estoy en proceso de des-aprendizaje de la residencia y de-construyendo la comadrona que quiero ser. Como siempre sigo actualizándome y formándome lo máximo posible, pero sin duda de quien más aprendo es de las mujeres; ellas son la mayor fuente de sabiduría de esta profesión que ha sido una vocación inesperada en mi vida, pero que siento como el más bello trabajo que hubiera podido imaginar.

carta presentación

Acerca de deluteroatusbrazos

Soy Mely, mamá de Dafne e Indira. He comprobado por mí misma que el cuerpo de una mujer tiene el poder y la sabiduría para parir por sí misma. Este blog nace con el deseo de apoyar el embarazo consciente, la lactancia materna y la crianza en brazos con portabebés o sin ellos. Me gustaría que algún día todas las mujeres dijéramos que hemos tenido el parto que queríamos tener, es por ello que mi intención es informar y apoyar desde el rigor científico, el calor humano y el respeto. Espero que os guste este blog y aportar con él mi granito de arena para una sociedad menos violente desde un nacimiento más tranquilo y pacífico.

Un comentario »

  1. Me encantas y me ha encantado aún más saber cómo has llegado hasta aquí. Las mujeres no dejan de sorprenderme, que poderosas somos! Los sueños se cumplen y ahora tú estás viviendo el tuyo. Me alegro de cruzarme en tu camino y de que fueses nuestra matrona en casa. A por muchos partos respetados más!

  2. Me ha encantado 😍 Enhorabuena porque personas que amen tanto lo que hacen, que soñaran poder llegar a hacerlo, y que lo hayan conseguido, no hay tantas.

    enhorabuena y gracias por compartir

  3. Que historia más bonita y empoderante. Si no fuera porque con dos hijas ya me he plantado, paria en casa contigo a mi vera, que dan ganas solo de leerte:) un abrazo y ole por ti!!

  4. Buenas! Me ha encantado la entrada de presentación. Yo estoy estudiando el EIR y estoy un poco embajonada… Me ha animado tu entrada. Mañana será otro dia seguro que mejor que ayer. Me gusta tu vision de la matronería yo tampoco creo en el intervencionismo y la medicalizacion del parto…enfin.

    Un abrazo y espero leerte pronto!

  5. Hola Mely, una historia preciosa, mi más sincera enhorabuena por tu esfuerzo y conseguir tus objetivos, sobre todo por querer acercarte a las personas ejerciendo tu profesión con estudios homologados. Al leer tu post me da la sensación que no te gustan los partos en los hospitales, cuál es la razón? No se supone que ahí es donde debemos
    Sentirnos más seguras? Gracias

    • Hola Rocío, muchas gracias por leerme y comentar, te pregunto, por qué yo como matrona debería sentirme más segura en uno de los ámbitos en donde puedo desarrollar mis conmpetencias que en otros? y por qué yo, mujer sana y con embarazo sano debería sentirme más segura pariendo en un hospital que en mi casa? quizás si los hospitales siguieran las recomendaciones internacionales, no se guiaran por protocolos internos estrictos y no individualizados, se basaran más en la evidencia científica y respetaran más la ley de autonomía del paciente, aparte de añadir humanidad e intimidad a un proceso esencialmente fisiológico (he contado hasta 14 personas en un mal llamado parto normal), quizás me sentiría más segura tanto como usuaria como profesional.

Deja un comentario