Archivos Mensuales: septiembre 2013

Las buenas junteras

Estándar

Hoy comienzo este post remedando una frase andaluza que tanto me recuerda a mi infancia: las temibles malas junteras. Las malas junteras eran lo peor que yo me podía imaginar que me podría pasar como adulta. O sea, juntarte con quien no te convenía, con gente con malas intenciones o interesada. Todo el mundo te advertía contra ellas. A esto se añadía el saber popular expresado en el refranero: «Dime con quién andas y te diré quien eres», «Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija» y otros similares.

Esto me hace pensar en que a lo largo de nuestra vida vamos eligiendo compañías, por afinidad, por empatía, por intereses comunes, hay quien se queda atrás, hay quienes están en tu infancia y siguen ahí (ellas saben quienes son) y hay las que yo llamo personas «estrella», o personas «llave» que aparecen de repente y pueden ser como una estrella fugaz o como un sol que te ilumine, pero lo cierto es que te abren puertas a mundos que hasta entonces desconocías o solo intuías…  Vamos establecendo relaciones… a veces de parasitismo (cuidadito con éstas), incluso de vampirismo (¡más cuidadito aún!) hasta que te das cuenta de lo sana que puede ser una buena simbiosis.

Las junteras son muy  importantes, sí… Y hago esta reflexión porque me pregunto por qué en unos momentos tan especiales, delicados, preciosos, únicos… en nuestra vida como son la concepción, el embarazo, el parto, la lactancia, la crianza… Nos dejamos caer en los brazos del primero que pase. De quien nos asignen. Y no me digáis que se trata de una cuestión de dinero. Pasamos la vida acumulando cosas en su mayor parte prescindibles, desechables, fungibles, y muchas veces incluso innecesarias y totalmente estúpidas y nos da reparo gastarnos ¿tanto? dinero en un acontecimiento tan importante.

He aquí algunas conclusiones que he sacado sobre el tema:

  • Si realmente se trata de dinero, en la seguridad social tienes derecho a pedir una segunda opinión, o a cambiar de médico, matrona, ginecólogo, pediatra…
  • Lo que gastas en una asesora de lactancia lo compensas en un mes, como mucho dos de ahorro de leche de fórmula.
  • Lo que gastas en una doula lo compensas con creces (económica y emocionalmente) ahorrándote las consecuencias de un parto que probablemente no era el que querías.
  • Lo que gastas en un parto en casa te lo ahorras (nuevamente económica y emocionalmente) en terapeuta de suelo pélvico, problemas en tu vida sexual, separación de tu bebé, ruptura del vínculo, dificultades en la lactancia, psicólogo post parto…
  • Lo que gastas en una buena asesora de porteo lo ganas en salud tuya y de tu bebé.

Y así sucesivamente…

Pero tristemente para algun@s se trata SÓLO de dinero: hay ciert@s oportunistas que han visto un mercado abierto en esta nueva forma de maternar. Aprovechando que en tu zona geográfica no hay verdaderas asesoras de lactancia, doulas, matronas que sepan lo que es un parto fisiológico y que no conviertan tu casa en un miniquirófano o miniparitorio… estas personas se montan al carro de «la moda de la maternidad diferente» y sacan tajada. Así que me permito apuntarte lo siguiente:

  • Asegúrate de que tu asesora de lactancia esté bien formada e informada. Pídele referencias. Mira su experiencia. Escucha qué base científica tiene para sus recomendaciones. Elígela bien. Elígela tú. No dejes que cualquier prima, vecina, tía…  «bienintencionada» sea tu asesora de lactancia.
  • Asegúrate de que tu doula te empodera, no se empodera a sí misma y decide por ti. Asegúrate de que te informa desde la objetividad y el rigor científico y apoya cualesquiera que sean tus decisiones. Mírala a los ojos y piensa si la quieres en tu parto, si te sientes cómoda con ella.
  • Esta parte es especialmente importante. Asegúrate de que tu matrona y tú habéis llegado a un acuerdo. Pregúntale qué prácticas hace y cuáles no hace. Pregúntale (a ella más que a nadie) su base científica para hacer esto y no lo otro. Asegúrate de que no hace nada en TU CUERPO que tú no quieres. Esto es válido tanto para matronas de la sanidad pública, como privada, como para una que contrates particularmente para parir en casa. Últimamente he leído sobre algunos partos en casa y algunas matronas que atienden partos en casa que son para poner los pelos de punta. Parto en casa no siempre es sinónimo de parto respetado y empoderado. Parto en hospital no siempre es sinónimo de parto violento y robado. Si pares en casa, habla de las circunstancias que harían que el parto acabara en el hospital. Si pares en el hospital, pregunta por los protocolos, las tasas de fórceps, cesáreas, si hay separación de tu compañer@ y de tu bebé, en qué situaciones… y expresa tus deseos en un plan de parto. Es como una voluntad anticipada que ha de ser respetada, si no lo es, deben darse explicaciones. Pero tú, como autora de la misam, la puedes revocar en cualquier momento. Mira a los ojos a tu matrona.. ¿confías en ella? ¿Quieres que comparta un momento tan sagrado como la llegada de tu bebé? ¿Te sientes segura con ella? Incluso si es un hospital y la acabas de conocer, recuerda tu derecho a segunda opinión y a cambiar de profesional…
  • Esto sí que son buenas junteras

Infórmate. Reclama lo tuyo. ¿Qué hay más tuyo que tu cuerpo, que tu parto? Y busca las buenas junteras para tu maternidad, para tu parto. Buenas, buenas, de verdad.

Gracias a Olga Soldado y a Laura Moya  por estar sin hacer, en los momentos más importante de nuestras vidas.