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La parte de arriba del bikini infantil y otras tonterías

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No deja de escandalizarme la constante presión a la que los medios, el sistema, las estrategias de mercado… nos someten en función a nuestra imagen, y esto se realiza con especial ensañamiento en el caso de las mujeres. Y además, con total desfachatez.

En mi familia hay predominio de  niñas, y mi cuñada, mi hermana y yo a veces comentamos cosas sobre ellas, en persona o por Facebook. Y una de las cosas sobre la que dialogamos hace poco es la inutilidad y estupidez de la parte de arriba de los bikinis infantiles. Ya no hablo de bikinis para niñas de 7-8 años, sino de bikinis para niñas de 1 año, de meses, que pretenden endosarnos con la parte de arriba, sí o sí. Mi lectura de esta estrategia mercantil es : «Niña, esconde eso desde ya pues es algo vergonzoso. Señora, no deje que a su hija se le vean los pechos»… Lo cual aporta un significado añadido a un atributo sexual que… ¿aún no está ahí? Sigo la continuidad de mi discurso en un artículo anterior .

Parece que a las tetas, pechos, senos… se les debe otorgar un significado lascivo y lujurioso lo antes posible (llámese niña de 1 año) para que nos despistemos de su función primordial, manipulando una vez más la imagen femenina, desde la más tierna infancia.

Por supuesto, el bombardeo no queda en partes de arriba de bikini para tetas que aún no están ahi, sino que también se extiende a algo más que un chaparrón mediático, más bien un diluvio universal: tacones para niñas (mensaje: «nunca serás lo suficientemente alta para ser una top model y te impedimos correr, no vaya a ser que te vuelvas demasiado libre», tangas para niñas (mensaje: «no mire esto como si fuera un inocente culo de bebé/ niña, lo vamos a convertir en algo lujurioso»), los ya antiguos bolsos para niñas (mensaje: «que no, niña que  no corras, no eres una criatura libre, eres una muñequita manipulable»…

Objetivo: alienar a las personas (en este caso a la mujer) de lo que es más legítimente suyo, su cuerpo, para apropiarnos de paso de su mente y voluntad. Hagámoslas sentir inútiles, inválidas a todas luces y haremos con ellas lo que queramos, tomando decisiones en su lugar en momentos cruciales e importantes de su vida, léase adolescencia, menstruación, parto o menopuasia.

Mi conclusión: yo digo ¡NO! Antes ni pasaba por comprarle una Barbie a mis hijas (al menos por motus propio), pero es que ahora me niego a dotar a sus pechos de un significado precoz que aún no tienen y cuya función principal es otra que provocar, me niego a dar una visión lasiva de sus infantiles culos y me niego a meterles en la cabeza que son demasiado bajitas y necesitan alzas para llegar al nivel que les requiere la sociedad.

Conmigo han dado en hueso: no pienso gastar ni un céntimo en tonterías innecesarias que perpetúen prototipos esclavizantes. Espero con ello contribuir a dejarles a mis hijas la herencia de una manera más digna, contestataria y auténtica de ser mujer.