Del lat. fecundĭtas, -ātis.
1. f. Virtud y facultad de producir.
2. f. Cualidad de fecundo.
3. f. Abundancia, fertilidad.
4. f. Reproducción numerosa y dilatada.
Esta entrada es para ti, hombre o mujer, madre o no. Seas quien seas y la opción que elijas, eres fuente de vida, vida en el sentido de creación, en el sentido prolífico, da igual en lo que lo materialices.
La fecundidad reside en algún lugar en tu pelvis, enraizada ahí, entrañas abajo. Allí, junto a los pilares de tus caderas, la Madre Nutricia plantó una semilla con la capacidad de proliferar, semilla de la que eres dueñ@ solo tú mism@, en ti está darle la forma elegida. Pues si bien no todas las personas son madres, sí que todas tenemos una madre y de ese poder creativo venimos, de ahí nacimos.
Ese poder se materializa en ti cuando moldeas una escultura, cuando sacas una fotografía, cuando coses una puntada, cuando remueves un cazo, cuando mojas un pincel, cuando escribes un verso, cuando realizas una asana, cuando creas un personaje, cuando interpretas una canción, cuando haces un doble o triple mortal, cuando atiendes un parto y hasta en las cosas cotidianas, cuando acaricias a alguien, cuando haces el amor o cuando preparas un bocadillo.
Es como recibir y dar el testigo, es la llama que debemos mantener vida, el relevo de cientos de años. Lo otro sería la oscuridad, la desidia, la pereza, la desgana, el odio, el morir.
Poniendo amor en todo lo que haces estás contribuyendo a perpetuar la fecundidad que hay en ti, una fecundidad de la cual están impregnada tus genes y que reconoces inmediata e instintivamente en cuanto la sientes.
Luego ya, si quieres, eliges ser madre o padre.
Pero no te olvides de tu poder de fecundidad. Esa es la energía incombustible del amor, la llama que mantendrá al mundo vivo y luminoso.
Dedicado a mis compañer@s de Arte Dramático y de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos.